jueves, 26 de marzo de 2015

Precaución, amigo prescriptor...

...que vamos a hablar de vosotros. En realidad nadie tiene de qué preocuparse, porque yo personalmente todo lo que tengo que decir de las nuevas formas de prescripción es bueno, y tampoco arremeto demasiado contra las clásicas, así que no soy demasiado peligroso.

Me da bastante rabia construir una opinión basándome en la que ya ha vertido Bernat Ruiz Doménech, porque acostumbramos a estar sonrojantemente de acuerdo, (me pasa lo mismo con Amalia López, editora de esta casa). En este caso no ha lugar a excepciones, y además he titulado de forma bastante "floja", porque el título bueno se lo ha quedado Bernat: Prescripción, sabiduría de las multitudes o cómo 100.000 moscas no suelen equivocarse.

Os recomiendo leerle primero a él, y ya después hablo yo, y así no me repetiré demasiado ;-)

La verdad es que ese dicho siempre me ha parecido injusto. Es cierto que, quien más, quien menos, nos gusta desmarcarnos de los gustos mayoritarios cuando no los sentimos como propios. Pero siempre hay que tener un mínimo respeto por lo que opina una gran masa de gente porque, ¡atención, a veces tienen razón!

Lo que yo personalmente tengo claro es que la prescripción ya no está cautiva de los prescriptores tradicionales, críticos de grandes medios, por ejemplo, sino que hoy en día, cualquiera con un blog, un canal de Youtube, o su mera presencia en redes sociales, puede dar a conocer a la gente de su entorno digital lo que piensa de la última obra que ha leído (o visto, o escuchado...). Es cierto que cada uno de estos pequeños prescriptores no va a catapultar las ventas de un libro, como lo puede hacer, (o lo hacía, más bien), una reseña en en las páginas del suplemento cultural de un gran periódico, o la opinión de una presentadora. En Estados Unidos saben muy bien que si un libro le gusta a Oprah Winfrey, ya no no hace falta que el libro guste a nadie más, independientemente de lo bueno o malo que sea se va a vender.

Para el caso que nos ocupa yo estoy de acuerdo en que funciona el concepto que nos explica Bernat, el de la sabiduría de la multitud. Me parece personalmente que la opinión de diversos bloggers sobre un libro en concreto tiene más valor que una única opinión de un crítico de renombre. Tiene valor, en función del concepto comentado, si varias personas coinciden en marcar un defecto o una virtud de un libro, pero yo añadiría que su opinión personal es respetable e interesante, incluso cuando la consideremos equivocadas. Si después uno de esos pequeños prescriptores resulta no ser tan diminuto, y su opinión tiene cierto eco en redes sociales o entre otros bloggers, estaríamos ante un plus, ante una ventaja adicional.

Una pregunta que me gustaría lanzar al aire, porque no lo tengo nada claro, es la siguiente: si varios pequeños prescriptores señalan de forma más o menos similar algo que no les gusta de un libro, ¿un editor debería plantearse modificar el libro, o debería ser fiel a sus planteamientos inciales? Yo ahí lo dejo.

jueves, 19 de marzo de 2015

La editorial como marca

En un muy recomendable artículo en The scholarly kitchen (en inglés) leía hace poco que el mundo de la edición es un negocio de intermediarios. Esta afirmación, con la que estoy de acuerdo, se basa en el hecho de que los libros que las editoriales publican en la mayoría de los casos llegan a su consumidor final, el lector, a través de al menos otro elemento de la red, como la librería.

Con la irrupción de la edición digital y la venta online, este paisaje se ha visto ligeramente alterado y cada vez hay más editoriales que venden directamente al lector, aunque raramente de forma exclusiva. Aunque es cierto que en esta nueva realidad algunos intermediarios están sufriendo cambios importantes, como los distribuidores, estos siguen y seguirán existiendo.

En la misma línea, la semana pasada hablaba con los amigos de Entreescritores.com en su blog sobre la distribución online, y ya afirmaba que en sinerrata seguimos creyendo en el papel fundamental del librero y por eso no contemplamos por ahora la opción de la venta directa. Esto no quiere decir que desdeñemos el contacto directo con los lectores, justo cuando los editores lo tenemos más fácil que nunca para conocer y comunicarnos con ellos; todo lo contrario, es una de nuestras responsabilidades conseguir llevar los libros que publicamos hasta todos ellos, pero estamos convencidos de que es la librería, de calle u online, el lugar natural para encontrarlos. Es cierto que al hacerlo de este modo las editoriales pierden buena parte de control sobre el proceso y que los libros corren el grandísimo riesgo de diluirse en una oferta cada vez más extensa y variada, y es ahí donde cobra especial importancia nuestra labor de comunicación y esa relación especial y cada vez más cercana con los lectores.

Como decía en el artículo que mencionaba en el párrafo anterior, la verdadera marca de una editorial es su catálogo y es fundamental, y esta es nuestra prioridad, ser capaz de darle consistencia, calidad y credibilidad, y mostrarlo de la mejor forma posible a los lectores.

jueves, 12 de marzo de 2015

¿No todos los libros son libros?


La semana pasada, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que el IVA reducido del que se benefician en varios países, como España, los libros impresos no puede aplicarse a los libros digitales puesto que estos no son un producto sino un servicio (aquí podéis leer la sentencia [en inglés]). Contrariamente a lo que he podido leer en algún blog, el motivo que esgrime el tribunal para establecer esta distinción no se fundamenta en que los ebooks, debido a los sistemas de protección y/o comercialización de las plataformas, no proporcionan a los consumidores los mismos derechos que los libros de papel, sino porque consideran que todo lo que se distribuye y entrega a través de internet o una red electrónica es un servicio.

Lo que más me ha llamado la atención es que refuerzan la decisión utilizando el argumento del soporte, claramente físico para el papel e intangible para el digital, lo que igual tuvo sentido en algún momento del pasado pero hoy en día me resulta completamente absurdo. Es verdad, el libro electrónico es un archivo y no un objeto pero, ¿es un libro menos libro porque lo guardo en mi ordenador o mi lector electrónico en vez de en la estantería? ¿Cuándo leo un libro digital la experiencia cultural es menor que cuando es un libro de papel? Es decir, lo que este tribunal ha sentenciado (o esa es mi interpretación) es que lo que hace de un libro un producto cultural y por tanto merecedor de un impuesto reducido (y un menor coste para los consumidores) es el papel en el que está impreso.

Podemos hablar largo y tendido sobre qué formato nos gusta más, cuál nos proporciona mejor experiencia de lectura o nos resulta más conveniente, pero lo que para mí no tiene discusión es que el valor cultural del libro no está en el soporte sino en el contenido, igualmente accesible se lea donde, como y cuando se lea. Y se haya comprado donde, como y cuando se quiera.

Por cierto, que en sinerrata también pensamos que la mayoría de sistemas de protección de los libros digitales coartan los derechos de los lectores y por eso no los usamos en los libros que publicamos.

jueves, 5 de marzo de 2015

El caso de la mano perdida, video-reseña de Helena Cuesta


Nos ha hecho ilusión, porque es la primera video-reseña que recibe el libro de Fernando Roye. Recordad que sinerrata lleva tiempo colaborando con booktubers, e incluso hemos llegado a promover una pequeña campaña de reseñas en vídeo para uno de nuestros libros: Entre Sombras, que se saldó con la colaboración, al final de "proceso", de doce reseñadores.

Por su parte, también El rompecabezas del cabo Holmes, uno de los libros de Carlos Laredo, ha recibido una video-reseña, que podéis ver en el canal de MundoForbit.

La vídeo-reseña que compartimos hoy está realizada por Helena Cuesta, booktuber de Seebok, empresa gracias a la cual podéis encontrarnos, de momento con el título en cuestión, El caso de la mano perdida, en una amplia lista de librerías. Una iniciativa que iremos extendiendo al resto de nuestras obras. De hecho, estamos preparando nuestros segundo libro en en este formato, tarjeta de descarga de un ebook.

En cuanto a la reseña, os recomiendo disfrutarla. Helena se detiene en primer lugar en aspectos formales, como la ambientación de la época, el uso de los nombres y los oficios, para después centrarse en el desarrollo de la historia. Un vídeo que os ayudará a conocer mejor la historia que nos relata Fernando, y que ojalá os incite a descubrirla por vosotros mismos.