viernes, 21 de junio de 2013

Feria del Libro Independiente en Cantabria FLIC!



Hace unos pocos días hablábamos aquí de la absurda decisión de la Feria del Libro de Madrid de no permitir la presencia de editores y libreros digitales, que hace que los que os vamos a contar hoy nos alegre por partida doble.

Del 4 al 7 julio se celebrará en la plaza Porticada de Santander, por segunda vez, la Feria del Libro Independiente de Cantabria, y, haciendo buen honor a su nombre, dará cabida a todos los libros, también a los electrónicos. Esta feria nació con el objetivo de ser abierta, distinta, pionera, y nos sentimos muy afortunados de poder participar en ella, gracias a la buena labor de sus organizadores, que ya desde el año pasado pusieron todo el empeño para que estuviéramos allí, y también a una pequeña y ambiciosa asociación de pequeños y ambiciosos editores, APEI, de la que os hablaremos con más detalle en otro momento.

Estos días estamos ocupados con los preparativos, junto con otros colegas, y enormemente ilusionados con la idea de llevar nuestros libros hasta los visitantes de la feria. ¡Allí nos vemos!

viernes, 14 de junio de 2013

Teorías antagónicas


No por primera vez, una estupenda entrada de Manuel Gil en su blog @ntonomias libro, en la que habla sobre la absurda pretensión de bloquear geográficamente la venta de libros electrónicos, más absurda aún si cabe en el caso que él describe, en el que la editorial que ostenta los derechos ni siquiera publica el título (o títulos) en cuestión en los territorios en discordia, me sirve de inspiración para escribir aquí. La situación de la que Manuel Gil habla me ha hecho reflexionar sobre lo absurdo también de las dos corrientes de pensamiento contradictorias que a menudo me encuentro en referencia al libro digital.

Por una parte, existe un discurso (y una actitud) que tiende a equiparar el ebook al libro de papel coma por coma, intentando asimilar de forma más o menos burda los procesos que rigen al segundo, como la distribución, el reparto de beneficios, o incluso la producción, al primero. Se pretende que la distribución funcione igual, con el mismo planteamiento y estructura, los mismos márgenes, las mismas deficiencias. Intentamos que su paso por las bibliotecas siga exactamente el mismo patrón: si un libro de papel se estropea al cabo de veinte usos, yo solo admitiré veinte préstamos de mi libro digital, propusieron algunas editoriales. Se limitan los derechos de venta a determinados territorios, independientemente de que la distribución se pueda hacer con alcance mundial. O incluso, como ya he comentado en este mismo blog en otra ocasión, queremos abrir el mercado de segunda mano a un producto que no se desgasta con el uso y que puede copiarse infinitamente con la misma calidad que el original. Y no quiero decir con esto que los consumidores no tengan derecho a revender sus bibliotecas digitales, sino que las condiciones son distintas y es necesario encontrar un marco nuevo que las tenga en cuenta.

Y por la otra parte nos encontramos con una corriente negacionista, como yo la llamo, que afortunadamente cada vez sigue un menor número de gente aunque continúa teniendo algunos adeptos dentro del sector editorial, que afirma que el ebook no es un libro, nunca será un libro, ni se le parece ni puede ser considerado como tal.

En mi opinión, ambas posiciones son equivocadas (aunque una más que otra, me atrevería a decir) y corren el riesgo de hacernos perder la perspectiva de lo que el libro electrónico nos brinda: un nuevo formato en el que disfrutar del placer de la lectura y que además nos ofrece toda una nueva gama de posibilidades. Enriquecimiento de la experiencia de lectura, innovación narrativa, accesibilidad para las personas con discapacidades, distribución inmediata y universal, facilidad de acceso a otras lenguas y culturas... No las limitemos por ese intento de reducirlo a lo conocido, posiblemente derivado de nuestra propia resistencia a aceptar lo nuevo.

viernes, 7 de junio de 2013

Haciendo mofa y befa de la piratería

Es cierto que cualquier persona relacionada con el mundo editorial puede (o debe) de tener cierta preocupación por la mal llamada piratería. Que se estén haciendo cada día miles de descargas de e-books sin que eso revierta económicamente ni el escritor, ni en la editorial, ni en todos aquellos que han trabajado para que ese libro vea la luz, yo creo que es un problema real. Y también creo que la forma de abordar todos los problemas es la seriedad.

Me parece serio, por ejemplo, cuestionarse la utilidad del DRM, que solo perjudica a quien paga. Me parece serio luchar contra el IVA, del 21%, que grava la compra de un libro digital. Me parece serio cuestionarse una política de precios a mi entender abusivos. Me parece serio, por último, buscar la complicidad del lector para todo ello.

No me parece serio inundar día sí, y día también, los medios de comunicación con supuestas cifras de pérdidas, que son meras cuentas de la lechera, que presuponen que un lector que descarga un paquete de archivos con 1.000 e-books deja de comprarlos.

Y no me parece serio, de hecho me ha dejado patidifuso, que enmarcada en la Feria del Libro de Madrid, la  Dirección de Bibliotecas del Ayuntamiento de Madrid programe una mesa redonda bajo el jocoso título Piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros, a la que uno de los invitados, David de Ugarte, finalmente ha rehusado asistir. Él explica aquí sus razones.