viernes, 26 de octubre de 2012

Escritores que agonizan

Hace unas semanas Amalia López, mi fantástica editora, me sugirió componer algo relacionado con consejos para escritores, cansada de escuchar cosas como “organiza tu mesa de trabajo” o “no pongas la lavadora mientras deberías estar escribiendo”. Le eché una mirada a mi escritorio (atestado) y pensé que, con lo anárquica que soy, yo sería la primera en saltarme cualquier consejo que se me ocurriera dar.

Decliné por lo tanto la oferta, pero hoy me he vuelto a acordar de una introducción a Madame Bovary que leí hace muchos años. Allí se comentaba cómo Flaubert agonizaba durante días (literal o metafóricamente retorciéndose en el suelo, no recuerdo los detalles) en busca de la palabra perfecta. Entonces, como ahora, me pareció una exageración innecesaria. Sin embargo, que yo no esté dispuesta a sufrir en nombre de una supuesta perfección literaria no quiere decir que ese no sea el camino de otros escritores.

Es difícil establecer generalizaciones y también es posible que lo que para algunos resulta obvio para otros no lo sea. En cualquier caso, creo que cada uno debe encontrar lo que funciona para él. Esto es lo que me funciona a mí.

El proceso de investigación
Me encanta investigar y lo considero vital: leer ensayos sobre la época y los temas que queremos abordar, así como novelas escritas y/o ambientadas en esos años, familiarizarnos con el arte y la tecnología en museos y galerías, ver películas, escuchar música, viajar y visitar lugares relevantes, hablar con expertos o personas que vivieron aquello que tratamos, nos proporciona una solidez muy valiosa y abre las puertas de la inspiración con nuevas ideas y vías que quizás no habíamos considerado antes.

viernes, 19 de octubre de 2012

Proyecto Escritorio

Hoy quiero hablaros de un blog, o más bien, como explica su creador, Jesús Ortega, de un proyecto que tiene dos fases: blog y libro. Supongo que muchos de vosotros, lectores, o incluso escritores, habréis sentido en alguna ocasión curiosidad por saber cómo es el espacio de trabajo en el que se gestó esa obra que tan buen sabor de boca os dejó. De eso va Proyecto Escritorio; bueno, de eso y de otros aspectos tan importantes como el espacio físico:
¿Cómo se articulan las relaciones entre disposición mental y espacio físico? ¿Cómo se distribuyen los elementos del taller? ¿Qué importancia se otorga al paisaje? Posturas, rituales, fetiches, orden o caos, ruido o silencio, penumbra o luz. Estímulos y dificultades. Intimidad y cocina. Una aproximación a las condiciones materiales y espirituales necesarias para la escritura
Aunque decididamente es el espacio físico: la mesa, los ventanales o la ausencia de ellos, las silla, ¿o por qué no?, la cama, lo que mejor queda reflejado en una fotografía. Por eso, Ortega ha pedido a narradores, poetas y ensayistas, que participen en su idea con una imagen, pero también con un texto breve. El resultado, de momento, es este.

jueves, 11 de octubre de 2012

De qué hablamos cuando hablamos de “encontrabilidad”

“Encontrabilidad”, vaya palabra inventada, me diréis. Pues sí, es verdad, es inventada, pero últimamente está muy moda cuando hablamos de ebooks, en relación a la supuesta dificultad de un libro electrónico de ser encontrado en el ancho mar de internet.


Es cierto que las estanterías virtuales de las librerías en línea nos limitan en cierto modo la posibilidad de descubrir ese libro que no íbamos buscando pero que está justo al lado de otro que sí, o aquel que cogemos de una mesa por casualidad y cuya contra despierta nuestra curiosidad y termina en la bolsa de la compra. Sin embargo, internet también nos ofrece toda una nueva batería de herramientas para encontrar esa maravillosa lectura: blogs, redes sociales, redes de lectores... Es trabajo de las editoriales estar presentes allí donde los lectores están, sea donde sea, para que puedan conocernos y a nuestros libros. Pero sobre todo para que podamos escucharlos y encontrarnos mutuamente.

Hace algún tiempo leí una estupenda recopilación de definiciones de “encontrabilidad” en tres palabras (en inglés) de la que sin duda me quedo con esta: “Fácil de encontrar”.

viernes, 5 de octubre de 2012

El sueño de publicar



Como ya os decía en la presentación de este blog, una vez tuve el sueño loco de publicar lo que otros han escrito, que no es más que una extensión de ese impulso que todos los lectores tenemos, o eso creo, de compartir con otros compañeros del vicio esa lectura que nos ha entusiasmado, conmovido, inspirado o sorprendido.

El oficio de publicador, que no de editor, que es tanto o más digno que este pero no al que nos referimos en esta entrada (adoptando la distinción que propone Jaume Balmes en su blog Carácter Digital, y que me parece bastante acertada), es tan bonito como complejo y, en el caso de las editoriales mínimas como sinerrata, solitario.

Hace unas semanas leía un artículo de Pere Sureda en El País sobre el oficio del editor (aquí yo diría publicador) del siglo XXI cuyo título, Ojo, oído, olfato y curiosidad, define muy bien lo que hacemos y cómo lo hacemos.

El ojo es fundamental para leer manuscrito tras manuscrito y discernir lo que encaja en la línea que te has propuesto, y que luego resulta ser más flexible y difusa de lo que en un principio pensabas. Es el olfato, entendido como intuición, pálpito o incluso flechazo, el que te guía hasta esa obra que crees debe ser leída y que, sueñas, transmitirá a los lectores la misma deliciosa sensación que a ti. El editor-publicador tiene también un oído fino y bien sintonizado a lo que se mueve a su alrededor, y a escuchar presto a aquellos por los que está verdaderamente en el oficio: escritores y lectores. Pero yo diría que la herramienta más importante de todas es la curiosidad, por conocer, por aprender, siempre por leer.